Al adentrarme en aquella selva ecuatoriana, percibí en ella, un olor que nunca había olido. era un olor a humedad, mezclado con con flores silvestres. Era muy fuerte, y no me gustaba para nada. Empecé a caminar, apartando las plantas con las manos. Todas ellas estaban mojadas, pero no frías. El suelo estaba húmedo y había mucho barro. A los pocos pasos dados, mis Converse rojas ya estaban manchadas. De vez en cuando, se escuchaban a los pájaros con un ruido sordo. También se oían los rugidos de algún animal felino. Me asustaban mucho e intenté no hacerles ningún caso. Cogí una botella de agua de mi llamativa mochila. Esta, tenían muchos colores fuertes: Rosa chillón, verde pistacho, azul celeste... Bebí poco a poco. No quería gastarla, porque sabía que no encontraría más, y sólo tenía una pequeña botella.
La selva me parecía enorme y no quería seguir caminando. Estaba muy cansada y apenas sentía las piernas. Me senté en una piedra, a esperar que aquel dolor tan intenso parara.
5/07/2010
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3 diente(s) reluciente(s) en una gran boca sana.:
¿¿Cómo sigue??
Siempre he querido adentrarme en una selva, pero de buena gana, claro
Hola Marta, esta es la que me enseñaste en clase ¿no? bueno pues a ver cuando la continuas que estoy deseando leer el final.
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