6/13/2010

La cálida noche


Pasé una por una las fotos guardadas en mi ordenador. Tenía miles de cosas que hacer, pero no me apetecía nada en ese momento, solo ver su cara otra vez. Cada foto que veía era un momento único al lado de ella: el parque, la playa, el cine, la biblioteca, su habitación... En todas las imágenes aparecía su sonrisa, sus ojos, su pelo, su cuerpo... También mostraban nuestros abrazos, nuestras caricias, nuestros besos...
Suspiré por cada foto que veía. Quería llamarla, oír de nuevo su vos, escuchar los "te quiero" que tanto me gustaban... Apagué el ordenador y me tumbé boca arriba en mi cama. Cogí el teléfono móvil de la mesita de noche y marqué su número. Sonaron tres pitidos y una voz suave, melódica y preciosa respondió:
-¿Sí?
-Hola Soph, ¿molesto llamando a estas horas?
-Claro que no. De todos modos quería escuchar tu voz.
-Yo necesito tu voz. Te echo mucho de menos.
-Y yo a ti, Albert. Quiero verte ¿Puedo ir a tu casa ahora?
-Claro, estaremos solos. Mis padres han salido.
-Voy para allá. Espérame despierto. Te quiero - y colgó.
Sonreí y me levanté de la cama. Me dirigí al salón para esperarle. Después de diez minutos, el sonido de la puerta me puso nervioso. La abrí sin mirar por la mirilla y me encontré con la perfección echa persona.
Sophie sonrío y abrió los brazos. Yo, en respuesta me acerqué y nos fundimos en un cálido abrazo. Luego la besé con ganas, como si necesitara sus labios. Ella, me siguió el beso con ansia, sin despegar sus finas manos de mi cuello. Me separé un poco y le susurré cerca del oído:
-Mi droga perfecta.

1 diente(s) reluciente(s) en una gran boca sana.:

Esme on 14 de junio de 2010, 9:13 dijo...

(L)...

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